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UNA COLOMBIA DE RESULTADOS

  • Juan Sebastián Cabuya Ardila
  • 22 jul 2017
  • 2 Min. de lectura

El deporte en Colombia ha tenido un crecimiento exponencial en las últimas décadas, y es por eso por lo que este es el tema de moda en todos los medios informativos del país, las proezas logradas por nuestros compatriotas en tierras extranjeras han provocado un “boom” en cuanto al fanatismo por el deporte, ese que nos hace sentarnos los fines de semana y sentirnos técnicos de futbol, o un analista de las grandes carreras en las que participan los “escarabajos” colombianos.

Es por esto que el peso y la presión con la que cuentan nuestros representantes en el mundo es muy alto, y es que, aunque muchos de ellos en ocasiones han afirmado que nunca les ha preocupado lo que piensen los demás es más que sabido que a cualquier persona le puede afectar uno que otro comentario.

El apoyo de los colombianos tiende a ser alto, pero en ocasiones cuando nuestros deportistas no logran alcanzar las expectativas tan altas con las que los espectadores cuentan empieza una ola de mensajes subidos de tono en los que queda más que claro lo poco conformes con el rendimiento de ese deportista en específico. El conflicto y el objeto de esta columna es la doble moral con la que cuenta cada uno de los aficionados que hacen de espectadores del deporte y que llega a ser bastante incongruente que cuando los resultados son buenos todos idolatramos a estos

personajes a tal punto que el furor y la alegría duran días y semanas en las que los protagonistas de estos logros son recibidos con platillos y bombos, pero si llegan a tener un mal día, un mal partido, una mala etapa, una mala carrera sale lo peor del fanatismo colombiano y entre periodistas con cero profesionalismo y aficionados de resultados que lo único que logran es convertirse en unos pseudo fanáticos empeñados en hacer comentarios en las redes sociales tratando despectivamente a los mismos que en algún momento fueron más que idolatrados. La incoherencia en los comentarios y la falta de apoyo hacen que los deportistas colombianos lleguen a un límite y empiecen a tomar nuevos rumbos, esto genera que los deportistas jóvenes lo piensen dos veces antes de atreverse a seguir luchando por representar a nuestro país, porque si ese es el trato que van a recibir por atreverse a hacer lo que muchos no y salir al mundo a tratar de cambiar la imagen errónea con las que nos miran en el exterior, tratar de mostrar que somos más que narcotráfico y cultura terrorista, sino que somos deporte, pasión y alegría. Al deportista se le apoya incondicionalmente, claro que va a tener malos días, pero al fin y al cabo quien no los tiene, por supuesto que va a cometer errores que le pueden costar una competencia, pero no por eso se tiene que desmeritar lo que ya ha hecho y las veces que ha dejado en alto a nuestro país, claro que cada uno de ellos tiene que corregir errores día a día pero como amantes del deporte aunque tenemos todo el derecho de ser críticos no podemos caer en el juego del insulto y de la falta de respeto.

 
 
 

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